miércoles, 23 de marzo de 2011

La guerra contra Libia


Ayer en el Congreso, Llamazares dijo verdades como puños al anunciar que votaría NO al ataque contra Libia. Y es que las razones que nos dan para justificar la intervención no tienen ni siquiera un asomo de validez. ¿Que Gadaffi está atacando a la población civil? Si, es cierto pero no hay que olvidar que los rebeldes pretendían quitarle el poder y no precisamente de forma pacífica. No estoy justificando la actitud de Gadaffi ni mucho menos pero era de esperar una cierta reacción de quien ha detentado el poder despóticamente durante tantos años y ahora ve el peligro de su remoción.
Pero ¿sabemos a ciencia cierta quién mueve los hilos de esa revolución? ¿No serán acaso integristas islámicos en la sombra los que manejan a su antojo a ciertos personajes que son los que dan la cara? Porque puede ocurrir como en Irán, que EEUU se empeñó en derrocar al Sha y entronizó a Jomeini y con éste las cosas empeoraron bastante.
Además, si fuera por proteger los derechos humanos de la población civil y quitarles de encima al tirano, tendríamos que invadir más de medio planeta. ¿Por qué la OTAN no invade Arabia Saudí cuando todos sabemos que allí a un ladrón aun se le corta la mano como en la Edad Media o a un gay se le ahorca? ¿Respetan los derechos humanos? Pues no, y no le invadimos y derrocamos a su monarca. ¿Se respetan los derechos humanos en Etiopía, Uganda, Guinea, Benín, Liberia, Sierra Leona, Malaui, Eritrea...? Rotundamente no. El dictador de turno se queda con el dinero de las exportaciones de materias primas de su país (países que suelen ser riquísimos en recursos naturales) y condena al hambre y a la miseria a sus súbditos. . Y después les cerramos nuestras fronteras a los que huyen de la hambruna y los llamamos ilegales. ¿Es más decente esto que echarles bombas? Pues no sé qué decirles, yo preferiría una muerte rápida por efecto de un obús o de un misil que una muerte por inanición con un periodo prolongado de tiempo para tener tiempo de pensar en lo que me están haciendo
¿Intervenimos al menos las cuentas corrientes del tirano en Suiza, Islas Caimán, Gibraltar u otro país similar para forzarlo a su abandono del poder? No, ni eso hacemos. Y ¿por qué no lo hacemos? Porque a esos reyezuelos o presidentillos los tenemos domesticados: nos dan sus recursos naturales, todos los que necesitamos los occidentales a un precio muy competitivo y nosotros le pagamos en dólares que ingresamos directamente en su cuenta bancaria particular. Gadaffi amenazó con cortes de suministro de petróleo y con estropear todas las instalaciones para que los rebeldes no pudieran lucrarse de ellas. ¿Nosotros nos preocupamos por el bienestar de los rebeldes? No, nos preocupamos por nosotros mismos porque la sola revuelta ha tenido como consecuencia un incremento de los precios del crudo y si la cosa sigue así y baja la exportación nos quedaremos sin combustible para hacer funcionar nuestras fábricas (el país que las tenga porque España se está quedando sin ellas gracias a la política industrial de los gobiernos sucesivos que ha tenido desde hace muuuuuuchos años). Y eso sí que no podemos consentirlo.
Nosotros hemos acabado con nuestros bosques en pos de una industrialización salvaje y dañina que no respeta el medio ambiente sin pensar que cuando falte el aire y la tierra tenga como atmósfera un gas irrespirable, el dinero, los billetes no nos ayudarán a respirar mejor. Pero no solo hemos hecho eso sino que, además, pretendemos que países como Brasil, Colombia, Bolivia... aguanten la declaración de la Amazonia como zona de reserva mundial en la que no se pueda talar nada sin el consenso de la ONU, que es tanto como decir de EEUU. Es necesario que nos hace falta un pulmón como ese para poder sobrevivir, pero en lugar de imponerles a naciones que tienen un nivel de pobreza entre su población mucho mayor que el nuestro ¿por qué no dictamos leyes que obliguen a recuperar zonas de nuestros propios países? Si España en tiempo de los romanos, como nos dijo Estrabón tenía tantos bosques que una ardilla podía pasar de rama en rama desde Tarifa a los Pirineos, ¿por qué no tratamos de recuperarlos? Tenemos los Monegros, Almería... y muchas otras zonas desertizadas y podríamos comenzar por ahí en lugar de querer imponerles a otros países que no hagan como hemos hecho nosotros.
Y aquí quería llegar yo, a la hipocresía que preside nuestras relaciones personales y las de política nacional e internacional. La guerra es buena para todos menos para quien la sufre. Con ella se lucran muchas personas y naciones. Estoy seguro que atacamos a Gadaffi por un lado y por otro, por la puerta de servicio, le vendemos armas a él y a sus oponentes para que se puedan matar mejor. Los militares son los primeros beneficiados de estas guerras que armamos sin ninguna justificación en cualquier lugar apartado de nuestras poltronas, léase Vietnam, Corea, Afganistán, Irak, Libia o lo que se quiera. ¿Saben Vds. lo que cobra un guardia civil raso destinado en España y uno que va a una de estas guerretas? Pues en las guerretas sobrepasa cinco veces su sueldo en España. Consecuencia: hay bofetadas por estos destinos. ¿Por qué va la Guardia Civil cuyos cometidos no son ni mucho menos militares aunque sea un cuerpo sometido a disciplina militar? Porque ellos mismos lo han pedido dado el engrosamiento de haberes que consiguen.
Y esa hipocresía me molesta especialmente cuando emana de nuestros políticos. Zapatero que primero se opuso a la guerra de Irak (yo también), después envió tropas a Afganistán y ahora, desde el primer momento, se pone de parte de EEUU para ir a derrocar un presidente que maltrata a sus nacionales. Y nos lo vende diciendo que va a proteger derechos humanos. Pues vaya, el pueblo de Libia será protegido a cañonazos y los muertos volverán a ser “daños colaterales” y, desde luego, teniendo amigos como estos no le hacen falta enemigos.
Y lo peor de todo es que nuestro gobierno no ha venido de otra galaxia sino que ha nacido de nuestro pueblo y nos representa, no solo porque son parlamentarios, sino porque refleja lo que somos. Su manera de hacer, me da igual que gobierne el PP como en la Comunidad Valenciana, que el PSOE a nivel estatal, está siendo tolerada por nosotros y, como siempre, tendremos lo que nos merecemos. El PP volverá a ganar por mayoría absoluta en las autonómicas y, a lo peor, hasta gana en las nacionales. Bueno, no ganarán, perderán los del PSOE que no es lo mismo.
Señores ¿cuándo estaremos en condiciones de exigir a nuestros políticos la honradez de la mujer del césar, que no solo tiene que ser honrada sino, además, parecerlo? ¿Cuándo seremos nosotros tan honestos que no toleraremos la rapiña, la inoperancia, la estulticia y el desprecio de quien nos manda porque nosotros le hemos elegido?
Yo animo desde aquí a toda la población para que en las próximas elecciones haga un examen de conciencia política y vea cuál es el candidato de su agrado y, si no lo hay, que no vote al “mal menor” sino que deje su papeleta en blanco. Si conseguimos una amplia mayoría de votos en blanco nuestros políticos entenderán que queremos democracia pero real, no prostituida como la que tenemos ahora. Hay que votar, sí, pero por favor voten en conciencia. Y en estos momentos, creo que ninguno de los dos partidos mayoritarios se lo merece, unos por unas cosas y otros por otras, pero ninguno de los dos es digno de nuestro voto.

lunes, 14 de marzo de 2011

De ilusión también se vive


            Me estoy mirando en el espejo. De cara, de perfil, de tres cuartos, mi tipo, la ropa que llevo, las piernas con medias finas, el zapato con un pequeño tacón... la verdad es que, a mi edad –que no es que sea mucha, por supuesto- estoy muy bien... y, por eso pienso yo que se enamoran de mí.
            Y es que los hombres me miran, se insinúan, me regalan piropos... pero todo de forma fina, elegante, para que yo me entienda pero no lo vean los demás, de forma sibilina.
            Ahora mismo vengo del Banco. El empleado que me atendía, a punto de jubilarse, no paraba de mirarme mientras hacía sus papelotes para que yo pudiera cobrar mi pensión, y me he dado cuenta, claro, de que me estaba tirando los tejos de una forma muy discreta, como para que no se percatara nadie: me ha llamado Doña Mar, cuando sabe perfectamente que me llamo Lola. Diáfano que quería llamar mi atención. Pero es lo que yo digo ¿me conviene? porque claro, un bancario tampoco cobrará mucho y aunque el hombre estaba bien y era más joven que yo, hay que fijarse bien en la cuestión crematística. Y no, tengo que decirle que no siga porque si dejo que la bola de nieve ruede hacia abajo se agrandará y el pobre hombre sufrirá un desengaño. No le quiero dar achares; haré como siempre, le enviaré una carta:
            “Mi querido amigo: Es Vd. muy amable y muy simpática, además de estar de buen ver. Lo siento mucho porque he comprobado que le intereso. Ya sé que estoy muy bien y que eso atrae a los hombres –a casi todos les gustan un poco gorditas y que sean más bajitas que ellos; esto no se lo voy a poner en la carta pero es cierto- pero no quiero que se haga falsas expectativas conmigo. ¡Esos ojitos que me ponía cuando estábamos haciendo lo de mi pensión de jubilación, que ya hace cinco años que la cobro por ese banco, me dijeron mucho! Aunque más me dijo que me llamar Mar. Mar. Lo entendí enseguida. Me estaba pidiendo una cita para ir al puerto a ver el mar. Y sí, me encantaría, pero no puedo hacerle esta jugarreta; dejarle que se enamore más para luego echarme atrás. Olvídeme, es lo mejor que puede hacer. Y cuando vuelva yo por el Banco haga como que no ha pasado nada entre nosotros. Será mucho menos doloroso.”
            Sí, eso haré, le voy a escribir la carta. Voy por mis gafas porque como soy miope, si no las llevo no sé ni dónde está el boli y el papel. Y luego, cuando la tenga redactada, la copiaré ya sin tachones en un papel rosa perfumado, de los que guardo de cuando era casi una niña e iré a llevársela. Me pondré la peluca rubia – la verdad es que es un gozo esto de tener el pelo un poco ralo porque no me preocupo de ir a la peluquería y la peluca como es sintética la puedo meter en la lavadora- que para estas cosas va mejor y le deslizaré en su mesa el sobre con una sonrisa cómplice.
            ¿O no le digo nada y voy a decirle que sí, que vamos, que lo que él quiera...? 

miércoles, 9 de marzo de 2011

Inmigrantes, policía, estadísticas y políticos

El caso es que, a pesar de todos los despropósitos que nos rodean, muchas veces encontramos personas buenas que hacen su labor calladamente, sin presumir, sin estridencias electoralistas, sin esperar a cambio más que un reducido salario –porque lo necesitan para sobrevivir- o incluso sin eso, sin esperar nada a cambio.

Ayer acompañé, en calidad de Abogado –estatus que no tengo puesto que no estoy colegiado- a un grupo de tres personas de raza negra y dos voluntarios de Cáritas al Departamento de Extranjería de una Comisaría de Policía, donde habían sido citados –los negros- por haber sido sorprendidos en España sin disponer del preceptivo permiso de residencia.

Los chicos estaban un poco asustados. Los tres llevaban más de cinco años en nuestro país sin haber conseguido su legalización. Es decir eran ilegales. ¿Puede ser ilegal una persona? Estos inmigrantes me recuerdan a los hijos ilegítimos de antes de la reforma de la filiación en el Código Civil. ¿Puede ser un recién nacido ilegítimo? A estos se los llamaba hijos naturales ¿Es que acaso los otros eran hijos artificiales?

A pesar de llevar tanto tiempo en nuestro país no hablaban bien nuestro idioma y sentían sobre sí el peso de la posible orden de expulsión.

El zaguán de la Comisaría, de un pueblo grande de mi provincia, estaba bien. El suelo de mármol y bajo la escalera unas sillas de plástico, dignas, hacían de sala de espera. Allí nos sentamos hasta que una funcionaria –ignoro si era subinspectora o administrativa- bajó pidiendo los papeles. Me llamó la atención enseguida: era una mujer delgada, elegante, joven y guapa, con unos ojos no sé si grises o azules pero profundos y de mirar claro. Rápidamente nos tranquilizó: No pasa nada, solo os vamos a poner una multa de 500 euros. Es lo mínimo que podemos hacer. No hay detención, solo la multa.

Al subir para realizar los trámites, el chico pedía que lo citaran en otra población, grande también, donde vivía porque ir hasta allí le costaba un dinero que no tenía. Le explicaron que no podía ser, que ellos se limitaban a cumplir la ley y era lo mínimo que podían hacer: ponerle una multa de 500 euros.

-       -   Es que no tengo dinero y yo no puedo pedir un préstamo porque no tengo con qué pagarlo.

El pequeño despacho donde nos atendían era gris a pesar de tener un gran ventanal por el que entraba toda la luz del mundo. Las paredes con rozaduras, los muebles ajados y feos: cuatro taquillas que debían de ser para que los propios funcionarios dejaran sus cosas, un armario de otro color, una estantería con un batiburrillo de papeles y guías telefónicas, un archivador bajo; todos los muebles metálicos, de diferentes colores. Y encima de todas las cosas, cajas de cartón, un cactus en una maceta, un casco de motorista, un equipo de música ajado, cajas de zapatos, bolsas... En el suelo, un barullo de cables. No había suciedad, había mal gusto y desorden. Hasta las cinco sillas eran diferentes unas de otras. Tres iguales y bastante nuevas, las otras dos –las de los funcionarios- diferentes y viejas. Las paredes llenas de papeles, mapas, una foto de Mortadelo en moto vestido de policía, calendarios... pegados con chinchetas.

Allí se evidenciaba la falta de medios con la que trabaja nuestra policía. Lo único que en el despacho destacaba era un ordenador con el que le iban poniendo la multa al chico. ¡Qué contraste, Dios mío, con el lujo que disfrutan nuestros políticos! Los coches oficiales, los despachos de “lo quiero nuevo todo que esto no me gusta”, los muebles de diseño (por cierto ¿no hay que diseñarlo todo antes de fabricarlo?) carísimos, los regalos que se quedan sin un pequeño rubor en las mejillas. La noche antes, en un programa de televisión cañero donde los haya, salía Ana Botella yendo a la peluquería, acompañada de cuatro guardaespaldas ¡con tres coches oficiales! El despilfarro en teléfonos móviles para llamar incluso a líneas eróticas, las horas extras pagadas a los conductores de los coches oficiales de los políticos porque los utilizan también para sus cosas privadas... Y la policía sin tener suficiente presupuesto para poder trabajar en unas condiciones dignas. No solo eso, la Guardia Civil no dispone de dinero para papel autocopiativo y en muchas diligencias que hacen usan papel carbón de calco (¿se acuerdan de él? parece algo del pasado pero está ahí), y la Policía Nacional cuando citó a los cuatro chicos negros solo les dio citación a dos porque no disponían de más papel para ello. La citación era una fotocopia de una fotocopia (y así sucesivamente) en la que en el recibí alguien había puesto: “Recibí, El esposo de la interesada”, convirtiendo la citación en algo un poco ininteligible (las citaciones se habían dado a dos hombres) porque hacía ya mucho tiempo que alguien tuvo que dar una citación al esposo de la persona a quien iba dirigida. Y como ya no quedaban más citaciones originales tuvieron que utilizar ese modelo para seguir teniendo material.

¿Es justo que existan esas diferencias? No he visto ninguna empresa privada en la que, en un despacho se trabaje en esas condiciones. Ninguna. Es más, los cables en el suelo, hechos un barullo, habrían propiciado una buena multa por parte de la Inspección de Trabajo y Seguridad Social por no cumplir las normas de protección de la salud laboral de sus trabajadores. Al ser funcionarios, no pasa nada.

¿Y lo de la multa? Multar a cuatro personas que, por no disponer de trabajo, no pueden regularizar su situación en España y no tienen dinero, es echar agua en un balde con un agujero en el fondo. Los policías trabajan, hacen lo que deben de hacer, la multa se pone, consta en las estadísticas pero nadie la va a pagar porque el sujeto pasivo no tiene dinero y la falta de ingreso no tiene ninguna repercusión ni en un posible expediente de expulsión ni en el de la regularización si consiguen una oferta de empleo cabal. ¿A qué juegan nuestras autoridades? ¿No saben que multar a un indigente es hacer trabajo en balde? Solo en el caso de que una de estas personas consiga un trabajo, y que ellos se enteren (lo cual es bastante improbable), una orden de embargo les irá detrayendo del salario una pequeña parte para pagarla. Pero, eso sí, Rubalcaba –o quien le sustituya- podrá salir en la tele diciendo: “El montante de las multas impuestas inmigrantes ha ascendido a XXX €” y será verdad. La noticia, así dicha, no asegura que se haya cobrado nada aunque a los que la escuchamos nos dé la impresión de que así ha sido. No, de esas multas solo se cobra una pequeña parte que no compensa ni lo que vale el trabajo de los policías que han intervenido. Esos policías, que podían estar investigando y deteniendo verdaderos delincuentes –de los que no andamos escasos precisamente- estaban allí haciendo papeles que eran de la misma utilidad que un cuadro para un ciego.

Que se lo quiten de la cabeza: mientras existan en el mundo unas diferencias económicas y sociales tan abismales entre unos países y otros, seguirá existiendo la inmigración, legal o ilegal. Es algo legítimo, por muy penado que esté, que una persona quiera alcanzar una vida más digna. Por otra parte, si ya los tenemos aquí y no les proveemos de un permiso de trabajo, siquiera sea provisional, les cortamos la vía honrada de ganarse la vida y solo les dejamos la delincuencia. Menos mal que, como he dicho al comenzar, hay buenas personas en todas partes, y la mayoría de esos inmigrantes, a pesar de las dificultades de su vida, no delinquen nunca, trabajan siendo explotados por empresarios sin escrúpulos o en trabajos muy marginales, a veces porque el empresario también es una buena persona pero no puede hacer más.

Ah, y otra cosa, la Administración llama a un Abogado de oficio –yo ya dije que no lo soy y, por lo tanto, no servía, me limité a acompañar- para que le recurriera la multa. Siendo un trámite administrativo para el que no se necesita –necesariamente- abogado, la administración paga uno para los inmigrantes y, sin embargo, no lo hace para los españoles ¿por qué esa diferencia?

Hay muchas cosas que no se entienden...

lunes, 7 de marzo de 2011

Las revueltas árabes


Me gustaría saber qué es exactamente lo que quiero comentar hoy y no sé por dónde comenzar. El panorama mundial es tan lúgubre que, cada vez que lo pienso, me echo a temblar.
Un mundo dividido siempre en dos facciones, una de las cuales domina y la otra sufre. 

Hemos asistido estos días a revoluciones en países árabes; un día empezó en Túnez y como si explotaran por simpatía luego han surgido en los otros países de alrededor. No sé qué pasará en Libia. Si Gadaffi vuelve a imponerse, los muertos se contarán por miles. Si pierde, él y toda su familia, y alguien más también, pasarán a mejor vida.

Los medios de comunicación nos están vendiendo todas estas revueltas como el grito del anhelo de libertad y democracia del pueblo llano. Yo, pesimista como siempre, no me lo acabo de creer. Qué raro me parece que todos los países, como una bomba de racimo hayan ido explotando de forma escalonada. Parece que si la cosa iba bien en uno se hacían el ánimo en otro y así sucesivamente.

Quizá se convoquen elecciones libres y gane quien mejor sepa marear la perdiz, como siempre. Pero ¿no estarán detrás de estas revueltas los islamistas más conservadores que, vestidos de piel de cordero se presentan como libertadores para luego someter al pueblo a una dictadura religiosa? Porque el pueblo es fácil de manipular, eso lo vemos todos los días. No sería la primera vez. No olvidemos que Hitler subió al poder como resultado de unas elecciones en las que su partido fue el que más escaños obtuvo aunque no llegó ni de lejos a la mayoría absoluta, y luego pasó lo que pasó.

Francamente, creo que las revoluciones acaecidas han sido previamente planeadas y se han ido haciendo pruebas. Se comenzó por Túnez el país en el que sabían que iban a tener una menor feroz oposición por parte del gobierno. Si eso salía bien... seguirían. Es difícil de creer que esto sea algo espontáneo que ha ido prendiendo en los demás estados.

Que Dios nos pille confesados si lo que temo ocurre porque vamos a tener el Mediterráneo llena de fanáticos religiosos con los que no cabe diálogo alguno. Y ojalá me equivoque.

Porque nosotros, los llamados países ricos –entre los que lamento desilusionarles ya no nos encontramos y tardaremos mucho tiempo en volver si es que lo hacemos algún día- estamos dejando que pasen las cosas y lo único que se nos ha ocurrido es venderles armas a todos los bandos (el negocio es el negocio) para que se maten más a gusto, encarecer el petróleo (para que ganen más las petroleras, que nunca benefician a los naturales de los países donde operan sino a las grandes potencias) y que suban los alimentos (que les proporcionamos en una gran parte nosotros también, es decir especulamos). A las grandes potencias les ha venido muy bien todo esto: harán tres suculentos negocios: armas, petróleo y alimentos. Si la población pasa hambre o son masacrados por un Gadaffi enfadado y triunfante, ya les da igual: entonces se aplica la política de la no injerencia, salvo que afecte a los intereses económicos. Entonces se interviene. Los demás países, los que poco podemos hacer, ni siquiera dejamos constancia de que no estamos conformes. Pero, claro, es que nosotros en la medida que podemos hacemos lo mismo –somos proveedores de armas de muchos países en guerra constante e igual se las vendemos a un bando que a otro- y lo demás no nos interesa porque pasa lejos.

Y si en el interior somos tan permisivos con la honorabilidad –o mejor dicho, la falta de honorabilidad- de nuestros políticos, ¿por qué nos iba a importar lo que pase unos kilómetros más allá?