En el artículo 28.2 de nuestra Constitución se reconoce el derecho de huelga a los trabajadores para la defensa de sus intereses y después remite a la ley para que ésta fije las condiciones del ejercicio de ese derecho. No voy a entrar en si el Real Decreto-Ley 17/77 regula el derecho a la huelga de forma adecuada. Es la ley que tenemos y, mientras no se cambie, hay que respetarla. Uno puede no estar de acuerdo con ella pero tiene el deber de respetarla.
Mi reconocimiento a todos los trabajadores que, en el día de hoy, han decidido hacer huelga para la defensa de sus intereses, es decir, para que el Gobierno retroceda en la nueva regulación laboral que ha realizado.
Ahora bien, no estoy nada de acuerdo en algunas cosas:
· La fecha de la ejecución de la huelga: ¿Por qué no se convocó la huelga cuando nuestros parlamentarias estaban discutiendo el texto de la nueva regulación laboral? ¿Será porque la huelga general estaba pactada de antemano con el Gobierno para que éste pudiera sacar adelante la restricción de derechos que pretendía y los Sindicatos quedaran bien ante la opinión pública? Porque no es lógico que la huelga se haga cuando ya está muerto el cerdo. Ahora ya no va a revivir. El Gobierno no puede dar marcha atrás en una decisión que ha tomado –que a mí personalmente no me gusta nada porque no va a ser efectiva- so riesgo de que les tomen a todos por un grupo de paranoicos desnortados. Como no lo son, no pueden desdecirse de lo que propusieron al Parlamento y éste aprobó. Si una huelga debe anunciarse con cinco o diez días de antelación –según se trate de una empresa privada o un servicio público- ¿por qué la tardanza que comento? Según mi opinión es una huelga a destiempo, solo para lavar la cara de los Sindicatos que no supieron o no quisieron oponerse, de forma contundente, a la reforma laboral. Lo que, por otra parte, es lo más lógico del mundo, dado que es el Estado quien paga mayoritariamente sus salarios.
· La forma de realizarse: El art. 6.4 del Real Decreto-Ley citado establece que “Se respetará la libertad de trabajo de aquellos trabajadores que no quisieran sumarse a la huelga” y el art. 6.6 de la misma norma que “Los trabajadores en huelga podrán efectuar publicidad de la misma, en forma pacífica, y llevar a efecto recogida de fondos sin coacción alguna”. Sin embargo, estoy oyendo las noticias y la huelga, pese a los mensajes de tranquilidad que nos lanzan miembros del gobierno interesados en minimizar los altercados, ha producido ya detenidos, cargas policiales, cortes de carretera, barricadas, rotura de lunas de autobuses, y diversas amenazas y acciones violentas contra aquellas empresas y trabajadores que han decidido no seguirla. No hay cosa que demuestra más que una convocatoria de huelga no ha tenido éxito que la necesidad de imponer su ejercicio a la fuerza. En la huelga de usuarios de tranvías de Barcelona, en plena dictadura, nadie fue obligado a realizarla, y fue masiva. Tanto lo fue que el Ayuntamiento se vio obligado a bajar el precio del billete.
Esta mañana me ha dado una vuelta por el barrio en el que resido. Un barrio con mucho comercio pero no céntrico, y he podido comprobar que todas las tiendas permanecían abiertas y, aunque había menos público que de costumbre, los usuarios se llegaban a las mismas con toda normalidad. He preguntado sobre piquetes y todos contestaban que habían pasado la voz de alarma de que iban a venir pero que habían pensado que ya cerrarían cuando les obligaran.
En contraste con esto, he preguntado a varios trabajadores si hacían la huelga o estaban trabajando y todos me han dicho que de huelga nada, que iban a trabajar y solo uno me ha comentado que, al preguntar en su empresa, si podía hacer huelga, le contestaron que era su derecho pero que pensara que perdería el salario del día y podrían “echarlo a la calle” –cosa totalmente ilegal- , con lo cual ha decidido ir a trabajar. Es decir, no conozco un solo huelguista.
Entre los funcionarios y demás trabajadores públicos, aunque las medidas del Gobierno no deben haber sido muy populares, no creo que haya cundido el paro huelguista, mayormente porque si ya les han rebajado el sueldo en una media del 5%, no creo que estén dispuestos a perder el salario de un día entero de trabajo, máxime cuando en ese descuento incluyen la parte proporcional de pagas extraordinarias y vacaciones. Lo que sí habrá habido es gente que ha hecho la huelga mentirosa, es decir, no ir a trabajar con lo cual sus compañeros han pensado que estaban de huelga pero han acudido al médico de cabecera a por un justificante que indique que no se hallan bien de salud para ir a trabajar. Así cobran el sueldo y quedan bien. Pero no son huelguistas ni pueden contarse en las estadísticas.
Si oímos al Gobierno, la huelga casi no tiene seguidores; el Ministro Corbacho ha dicho que alcanza al 7,48%, lo que es un fracaso en toda regla. Si oímos a la UGT o a CCOO, la huelga ha sido todo un éxito y cifran la participación en un 75%. ¿Cómo se explica uno esta disparidad de datos? Es inexplicable, y contribuye más aun a que el ciudadano de a pie no se fíe ni de unos ni de otros, porque una de las partes miente y, lo más seguro es que mientan las dos. No podremos tener datos fiables de quién ha secundado la huelga de verdad hasta que la Tesorería General de la Seguridad Social pueda haber recibido todas las comunicaciones de las empresas en las que se informe de qué trabajadores han secundado la huelga y cuáles no. Y para ello hay un plazo de seis días. No estaría mal que la Tesorería, una vez conozca todos los datos, dé información al respecto, porque esa sería la única fuente fiable sobre el seguimiento real de la huelga.
Y para acabar me hago una pregunta que seguramente nunca nadie me contestará. Supongo que hoy los sindicatos que hayan alentado a hacer la huelga – como empresarios que son de sus propios trabajadores, éstos pueden elegir entre hacerla o no hacerla- permanecerán cerrados y, al menos una parte de su personal, estará efectivamente de huelga, salvo que los hayan coaccionado para que todo el mundo la haga, o bien también podría arreglarse de otra forma: “hoy cerramos para dar ejemplo pero no os preocupéis que no descontaremos el salario a nadie. Pero hay que hacer el paripé para que nadie nos mire mal”. De verdad que agradecería que los sindicatos que han propugnado la comisión de la huelga enseñaran públicamente, a los periódicos, a la televisión, a las radios, la comunicación de los huelguistas a la Tesorería y después el TC-2 donde conste un día menos de trabajo de los mismos trabajadores que figuraban en aquella relación, aunque tachen los números de DNI y NAF y los nombres, por aquello del respeto a la intimidad.
Y es que, fíjense, no me fío un pelo de nadie…