miércoles, 29 de junio de 2011

140 € mensuales en teléfono móvil


Supongo que habrán leído en la prensa que a los parlamentarios valencianos se les pagará la tarifa del teléfono móvil hasta un máximo de 140 euros mensuales. Si no lo han leído, ya se lo digo yo: nuestro centenar de diputados tienen derecho a teléfono móvil y se les limita el consumo a 140 € mensuales.
No parece mucho ¿verdad? Pues sí, dicho así, 140 € no parecen mucho pero les invito a que investiguen un poco a cómo se cotiza actualmente una tarifa plana con derecho a hablar más de 1000 minutos al mes y con internet 24 horas. Si entran en las páginas web de los principales proveedores de línea telefónica móvil verán que desde 59 € mensuales se puede disfrutar de tarifa plana con más de 1000 minutos mensuales. ¿Tanto tienen que hablar sus señorías que no les basta con una tarifa plana de estas características? ¿Tanto tienen que hablar de asuntos oficiales? Porque lógicamente, los asuntos privados deberían hablarlos desde SU teléfono móvil particular.
También publica la prensa que se gastarán 168.000 € en comprar 110 ordenadores portátiles para sus señorías. Si dividimos los 168.000 € entre los aparatos que van a comprar, vemos que nos sale cada uno a la friolera de 1527,27 € por unidad. ¿Vds. han ido a comprar recientemente un ordenador portátil? ¿Saben los precios que se manejan? Es que me parece inadmisible de todo punto que el Gobierno Valenciano se gaste eso en un ordenador cuando si buscas en tiendas virtuales un ordenador de ese precio resulta que NO LO ENCUENTRAS ni en tiendas como El Corte Inglés, donde el más caro asciende a 1149 €. Y supongo que, al comprar 110 ordenadores de golpe, el precio se lo habrán hecho ajustar bien ¿no? Al menos eso es lo que haría cualquier hijo de vecino, conseguir una rebaja significativa.
Ordenadores portátiles los hay desde 300 € la unidad. No quiero que se lo compren tan barato (aunque estoy seguro que les servirían igual para lo que tienen que hacer). Y pienso que los parlamentarios serían los primeros que tendrían que dar ejemplo de austeridad aceptando un ordenador portátil de calidad pero no elitista.
Me resisto a creer que nuestra Administración esté presidida por el soborno y la comisión pero noticias como éstas hacen que piense de mí mismo que soy un pardillo. ¿Quién pagaría mucho más de lo que cuestan las cosas simplemente por deporte?
Pues no sé. No sé si estos dispendios innecesarios obedecen a megalomanías, a comisiones ilegales, o simplemente a la estupidez de quienes nos gobiernan en todos los estamentos de la Administración. Pero ya sería hora de que los ciudadanos de a pie comenzáramos a ser conscientes de que no es normal que a los diputados se les ponga de tope para el teléfono móvil una cantidad muy superior al doble de una tarifa plana y que se les compren ordenadores portátiles de los más caros del mercado. Quizá si les proveyéramos de instrumentos de trabajo como tenemos el común de los mortales serían más conscientes de lo que pasa en la calle y no vivirían encerrados en Pijolandia pensando que sus prebendas son normales.
Indignémonos.

viernes, 17 de junio de 2011

Irresponsabilidad



Que se me perdone este desahogo. Pero lo cierto es que las imágenes (de las que me he empapado) de estos últimos días me han producido un cierto placer y una leve sonrisa no ha podido dejar de asomar a mis labios: la cacerolada nocturna al alcalde de Madrid, el zarandeo, abucheo y pintarrajeo de los diputados al Parlamento catalán, el remojón propinado al coordinador de Izquierda Unida, los eslóganes coreados (“No nos representas”) etc...
Es por mi parte una irresponsabilidad. El movimiento de los indignados, dicen sesudos y congruentes comentaristas de la derecha, muestra su verdadera cara, mientras que los de la izquierda hablan de una “pequeña minoría” que enturbia lo que se inició como una protesta pacífica...Personalmente, yo creo que lo que está saliendo a la superficie es la indignación, auténtica, que nunca es del todo pacífica (todo lo más, contenida) y que hasta ahora, por fortuna, no ha pasado del insulto, la rociada o el acoso. El disfrute me viene porque ese acoso, insulto o rociada, lo padecen nuestros privilegiados representantes, que con honrosísimas (y escasísimas) excepciones, no están dispuestos a renunciar a sus privilegios, y se refugian en frases más o menos huecas, como la de ser depositarios de la soberanía, encarnar la democracia, etc...Por primera vez, se diría, se han de enfrentar con la calle, con esa que les ha elegido, a la que dicen representar. Y el tropezón es morrocotudo.
No, no me alegro del sufrimiento ajeno. Pero el mal rato que han pasado todos ellos no es casi nada frente al mal rato que llevan durante meses (años, quizá) pasando muchos ciudadanos de este país y ellos (hablando grosso modo) no se han dado por enterados. Y una ducha de realidad, que seguramente no cambiará la opinión de ninguno de los duchados, es el mínimo tratamiento que se merecen. Todos estos señores que disponen de los destinos del país, apenas se han preocupado de otra cosa que de satisfacer la voluntad de sus jefes (que son lo que realmente les eligen) y tal vez de aquello que les permite ganar votos o al menos no perderlos. Lo demás, sólo retóricamente les interesa, y a menudo ni eso. Así que el que pasen un mal rato no me preocupa en exceso. Incluso me complace un tanto.
Ahora bien, como se suele decir, es peligroso jugar con las cosas de comer. Nuestra democracia está seriamente falseada por estos tramposos que dicen encarnarla. La democracia en sí misma dista de ser algo perfecto (como dijo Churchill, es el peor sistema...con excepción de todos los demás), pero cuando se falsea como aquí se ha hecho durante años, y se revela incapaz de superar unas circunstancias económicas y sociales adversas, la cosa peligra, y peligra seriamente. Basta como indicio el que el mayor irresponsable de todos, nuestro presidente del gobierno, diga que no le preocupa la deriva del movimiento 15-M para que todos nos preocupemos por ello. Puede poner en peligro la democracia.
Para defender ésta, sin embargo, no basta la contundencia de la fuerza pública, como parece creer el presidente del Congreso. Hace falta una autocrítica seria, no retórica, por parte de los que han venido falseando el sistema en su provecho. Y las medidas a tomar  deberían ser tan profundas y ejemplarizantes, que supusieran un auténtico harakiri de los privilegios hasta ahora usurpados. Pero esto la clase política parece no entenderlo. El ejemplo catalán parece evidente. Sin duda hay que hacer recortes, y serios. Pero no se pueden defender esos recortes cuando el presidente de la Generalitat incrementa sus retribuciones, siquiera sea por la vía indirecta de los “gastos de representación”. Cuando estos políticos dicen representarnos habría que preguntarles si ellos, cuando pidieron nuestro voto, anunciaban ya que nos iban a subir los impuestos, bajarnos los salarios...y subírselos ellos.
De modo que, lo admito, mi actitud ante los acontecimientos recientes es irresponsable. Pero tal vez lo sea más la de la clase política que se arroga nuestra representación.   

Otro Mirón Estupefacto