jueves, 13 de diciembre de 2012

Hay alternativas.- Vicenç Navarro, Juan Torres y Alberto Garzón.




Una editorial (de un grupo muy potente y conocido) se interesó por la publicación de este libro y cuando estaba ya todo en marcha incluso la publicidad y la fecha de salida al mercado, la empresa se volvió atrás. En este episodio algo huele muy mal. Qué presiones habrá recibido esa editorial, qué consideraciones se habrá hecho, qué factores habrá tenido en cuenta para que este texto no salga a la luz. Si ninguna otra (de las que pueden divulgarlo) ha tenido interés en hacerlo tendríamos que hacernos una pregunta: ¿existe pluralidad informativa en España o nuestra información proviene de una fuente única u oligárquica? Mucho me temo que la censura tenga ahora más fuerza que a finales del franquismo. Porque el libro en cuestión dice verdades como puños que nos interesaría saber a todos. Y las dice con palabras muy comprensibles, no hace falta ser economista ni nada por el estilo para entenderlo. El libro fue editado, a finales del año pasado, por la Editorial Sequitur y está a la venta, en papel, por el módico precio de 10 €.
También ha sido regalado por sus autores por medio de descargas gratuitas en internet. Así lo he obtenido y me alegro. Ha ampliado mis horizontes y ha confirmado mis peores sospechas. Vamos por muy mal camino.
En “Hay alternativas” se analizan las causas de la crisis, las medidas que se toman para salir de ella y se proponen alternativas menos dañinas para la gran mayoría de la población.
Comienza afirmando que los argumentos de los políticos y economistas neoliberales para justificar las medidas que proponen y toman son falsos, que se evita el debate y las imponen como si fueran directrices técnicas incontrovertibles porque saben que nos engañan, y que para crear empleo no hay que frenar la actividad económica sino impulsarla.
La causa de la actual crisis fue que los bancos estadounidenses vendieron, como una inversión atractiva y rentable, productos financieros derivados de contratos hipotecarios cuyos prestatarios no eran solventes, lo que hizo que no pudieran devolver sus préstamos. Esto ocasionó la quiebra de bancos no solo estadounidenses sino que, como esos préstamos habían sido cuidadosamente escondidos en los paquetes financieros que vendieron, se extendió por todos los demás países. Una situación igual se dio también en nuestros bancos. Los bancos entonces dejaron de conceder créditos.
Nuestros gobiernos, en lugar de perseguir a los estafadores y que pagaran de su bolsillo los accionistas, optó por inyectar dinero público en los bancos que lo habían provocado todo, pero éstos no devolvieron la masa dineraria a la financiación de la pequeña y mediana empresa sino que, como había sido dinero muy barato, se dedicaron a especular con él para acumular más ganancias, desvirtuando así sus funciones tradicionales.
Esto disminuyó la actividad económica de nuestro país, lo que bajó la recaudación de impuestos y elevó el gasto público en desempleo y otras asistencias. El Estado entró en déficit y entonces los bancos, con el dinero de todos, financiaron al Estado imponiéndole condiciones draconianas (exigiendo las reformas de leyes laborales y asistenciales necesarias para que pudieran pagarles a ellos).
Así fue como nuestro dinero enriquecerá a los banqueros que pagan menos impuestos que nosotros y que provocaron la crisis con su codicia.
Todo ello con la connivencia de las autoridades encargadas de la supervisión que dejaron en manos de las agencias de calificación (a las que retribuyen los propios bancos) la valoración de sus acciones. El resultado fue que estas Agencias de calificación no dudaron en calificar como de gran calidad financiera los productos que fraudulentamente sacaron los bancos al mercado.
Si las pequeñas y medianas empresas no tienen financiación tienen que frenar o finalizar su actividad, lo que conlleva el paro de muchos trabajadores que se quedan sin dinero para consumir, entrando en una espiral en la que el paro lleva al menos consumo, y éste al paro de más gente.
Por otra parte, en España se daban unas condiciones económicas singulares que han hecho que el efecto de la crisis haya sido especialmente grave y dañino:
  • una transición política titubeante que ha conservado estructuras de la dictadura como
  • La representación política que se reduce a que podemos elegir cada cuatro años nuestros gobernantes, con una división de poderes del Estado que es únicamente nominal pues el Gobierno impone al Parlamento las leyes que quiere aprobar y la institución de gobierno de los jueces está fuertemente politizada.
  • Un reparto muy desigual de la riqueza del país con grandes propietarios y grandes empresas que pagan muy pocos impuestos y una gran masa de clase media baja y clase baja que solo tiene el salario (si lo tiene) para subsistir y que paga impuestos a tipos mucho más altos junto con unos sindicatos politizados y subvencionados (y por tanto dependientes del poder) que son incapaces de defender sus intereses.
  • Un modelo productivo muy atrasado y que solo resulta competitivo recurriendo a salarios bajos y prebendas fiscales. La productividad de cada empleado no depende de él sino de un conjunto de condiciones que tienen los políticos y los empresarios en la mano (tecnología, educación, sistemas informáticos, gestión del tiempo y la producción, sistemas de transporte, etc.).
  • La imposibilidad de poder acudir, como se hacía cuando no existía el euro, a la devaluación periódica de nuestra moneda.
  • Formación laboral insuficiente. No existe planificación del Estado para disponer de profesionales bien formados en las actividades en las que hacen falta y sobran de otras especialidades los cuales tienen que salir al extranjero para encontrar trabajo.
  • Inversión insuficiente en I + D + i.
  • La incorporación de la mujer al mundo del trabajo y la entrada masiva de inmigrantes, lo que ha provocado un descenso en el nivel salarial medio.
  • Un mercado de trabajo de partes muy desiguales, lo que se traduce en alta temporalidad y bajos salarios. En España no han crecido los salarios reales en los últimos quince años.
  • Una gran dependencia de la financiación pública para inversiones en infraestructuras, política del suelo, prebendas fiscales.
  • La dependencia de la construcción y del turismo y el escaso peso de la actividad industrial.
  • La gran influencia política del sector bancario. Por ejemplo, el Estado ha consentido que las normas de valoración contable consideraran a precio de valoración los inmuebles que han embargado a las familias cuando a precio de mercado no valían ni la mitad. La Unión Europea va a rescatar a nuestros bancos para asegurarse de que pagarán lo que deben a los alemanes y franceses aunque Zapatero ya había avalado su deuda.
      Por todo ello, aunque la crisis internacional no hubiera estallado, en España habríamos tenido nuestra propia crisis. Era cuestión de tiempo.
      Para cambiar nuestra situación se proponen iniciativas:
    • Someter a los financieros a la legalidad y a principios de transparencia, responsabilidad, simetría, veracidad, etc.
    • Acabar con la desnaturalización del negocio bancario, haciendo que los bancos se dediquen a recoger ahorros y prestarlos a la pequeña y mediana empresa para financiar sus actividades.
    • Poner fin al terrorismo financiero: Los bancos difunden rumores que acaban con un país o un sector y para ello utilizan a las Agencias de Calificación. Para ello proponen:
    • Controlar los movimientos de capital para evitar que la especulación se traslade al conjunto de la economía.
    • Establecer impuestos y tasas internacionales sobre los movimientos especulativos para desincentivarlos.
    • Prohibir los derivados de incumplimiento crediticio, (para entenderse un seguro sobre algo que no es propiedad del asegurado, lo que produce resultados catastróficos. Por ejemplo, si yo he de cobrar si al vecino se le incendia la casa, a lo mejor se la incendio yo).
    • Control de la actuación de los financieros.
    • Separación de la banca comercial de la especulativa.
    • Vigilar a los organismos que deben controlar todo el negocio y el entramado bancario.
    • Cambiar nuestro modelo productivo, invirtiendo en formación, en I + D + i, que nos den patentes que podamos industrializar y personal capacitado para producir. Es preciso acabar con nuestra dependencia de la construcción y del turismo y recuperar las empresas industriales que fueron privatizadas por cuatro duros.
      En realidad, lo que se necesita es cambiar el modelo de sociedad, lo que es muy difícil. Seguir como estamos es suicida. Y habría que empezar por las siguientes medidas:
      - Enfrentarse a los poderes económicos para cambiar la forma de entender la economía. No es un instrumento de ganancia privada y rápida sino capaz de generar riqueza para todos.
      - Fortalecer el mercado interno dotando a los ciudadanos de una renta suficiente para su sostenimiento y el de sus familias por medio de salarios adecuados y subsidios.
      - Combatir la desigualdad en todas sus manifestaciones.
      - Recuperar el valor de los impuestos como instrumento de cohesión social. Es una vergüenza que nuestros ricos no hayan solicitado del gobierno que les suban los impuestos como han hecho los franceses y los estadounidenses. La reducción del déficit se podría haber hecho haciendo que las grandes empresas y los grandes patrimonios contribuyan al menos en la misma medida en que lo hace la clase media pero se ha hecho al revés, bajando las prestaciones sociales.
      - Cambiar el chip en cuanto al mecanismo de creación de empleo. No se crea empleo bajando los salarios y despidiendo personas pues es gente que se queda sin ingresos para consumir por lo que se debilita la demanda y cae la pequeña y mediana empresa. La gran empresa puede subsistir gracias al mercado exterior y a que suele comercializar productos en oligopolio y sin competencia real por lo que seguimos estando obligados a consumirlos. Si el empresario no vende sus productos no va a contratar trabajadores pues no sabrá que hacer con los productos que le fabriquen.
      - Invertir en educación. Es vergonzoso que en nuestro país vayan a los colegios públicos los niños de la clase media baja y la baja. Nunca vemos en la escuela pública a los hijos de políticos importantes o banqueros. Esa es la prueba de que no tiene la suficiente calidad, por lo tanto no la quieren para los suyos. Los hijos del Rey de Suecia fueron al colegio público que les correspondía por el distrito donde residían.
      - Considerar la vivienda como un bien de primera necesidad. Crear un parque de viviendas sociales que impidan que ninguna familia se pueda quedar en la calle. Lo cual se podría hacer ahora fácilmente con el excedente de viviendas que tenemos.
      - Mejorar las condiciones laborales. Un trabajador contento rinde mucho más que uno descontento. Si los empresarios fueran inteligentes sabrían que una bajada generalizada de los salarios y las condiciones laborales iría en detrimento de sus ventas pues uno quiere bajar las de sus empleados para que le cuesten menos pero que no bajen los de la empresa de enfrente para que aquellos trabajadores puedan seguir comprándole productos a él. Y sobre todo evitar que empresas que tienen beneficios puedan seguir despidiendo trabajadores con indemnizaciones reducidas y parcialmente financiadas con dinero público.
      - Mejorar la financiación de las prestaciones sociales para evitar los ataques de la banca que pretende que la gente se haga planes de pensiones privados y seguros de salud para incrementar sus negocios. Si es preciso financiándolas con impuestos, a poder ser, directos.
      - Acabar con el fraude fiscal y la economía sumergida.
En cuanto a la Unión Europea se tendrían que tomar las siguientes medidas:
  • Acabar con las política económicas iguales para todos los países miembros. Cada uno de ellos es diferente y tiene una problemática propia por lo que si aplicamos las medidas que van bien para Alemania o Francia ganarán siempre estos países y los demás iremos a remolque de sus intereses.
  • Aunar las políticas fiscales. Así se podrían emitir eurobonos o en mejores condiciones evitando que los Estados miembros quedaran cautivos de los especuladores. Intentar acabar con los paraísos fiscales.
  • Modificar las funciones del Banco Central Europeo que se dedica casi únicamente a controlar la inflación en la zona euro porque si se dispara perjudica principalmente a los bancos, haciendo que se comprometiera con el pleno empleo, la sostenibilidad económica y ambiental y la igualdad, dando cuentas al Parlamento Europeo.
  • Se necesita una estructura política superior no basada en intereses económicos, algo como la organización política de EEUU. Allí el presupuesto federal asciende al 30% del PIB mientras en la Unión Europea no llega al 1%. En Europa existe una desastrosa lucha competitiva entre los Estados y lo que se necesita es un modelo de crecimiento cooperativo y coordinado.
  • Intentar establecer condiciones de trabajo supranacionales fomentando los Convenios Colectivos a nivel de la Unión Europea que hoy son imposibles legalmente.
  • Democratizar los organismos europeos hoy claramente controlados por el capital financiero y las grandes empresas.
    A nivel mundial también habría que tomar medidas:
  • Democratizar las instituciones mundiales: ONU, Banco Mundial, etc., para que representen a la población y no los intereses de los poderes fácticos que se imponen a los gobiernos.
  • Facilitar la financiación a los países en desarrollo para evitar que aumente la desigualdad y la pobreza.
  • Regular el mercado financiero mundial controlando la ingeniería financiera y evitando que las Agencias de Calificación puedan imponer sus criterios.
  • Reforma del sistema monetario internacional acabando con el patrón dólar.
  • Acabar con el cinismo del comercio internacional. Las empresas fuertes al no tener trabas en su actuación entran en un país, compran unidades de producción, bajan drásticamente los precios de los productos que fabrican en ellas y cuando ahogan a los productores locales pueden comprarles también sus unidades a bajo precio. Cuando dominan el mercado vuelven a subir los precios para tener más ganancias.
  • Acabar con el sistema de gobierno informal que se ha impuesto en el planeta. Reuniones de los países poderosos (los que convengan) o directamente de empresarios que luego dictan la política que han de seguir los gobiernos.
    Pero la causa mediata de todo este estado de cosas no es más que la inversión y desnaturalización de la escala de valores:
  • El dinero ya no es un instrumento al servicio de la producción de bienes y servicios para que satisfagan las necesidades humanas sino que se convierte en un fin en sí mismo y en una gran fuente de poder.
  • Las personas no son lo importante sino la ganancia privada. En el mundo mueren al día, de hambre, unas 35.000 personas diarias, lo que podría evitarse con el 1% de los recursos que en Europa se han facilitado a los bancos. En España tenemos muchas más viviendas vacías que personas en la calle. Una gran empresa española despidió al 20% de su plantilla el mismo año en que tuvo unos beneficios de más de diez mil millones de euros.
  • No existe justicia social ni se tiende a ella. Descaradamente se nos imponen condiciones desiguales. Las grandes empresas tributan al 10%, los grandes patrimonio tributan al 1%, los asalariados y pequeños empresarios a un tipo medio entre el 20 y el 30%. El 75% de la riqueza mundial está en manos del 1% de la población. El 80,5% del PIB en España es controlado por el 0,0035% de la población española.
  • No se valora el trabajo no retribuido como el que realizan muchas mujeres y muchos abuelos. Es más, se consideran personas inactivas.
  • No se tiene en cuenta el coste de las medidas que se toman. Un despido puede destrozar varias vidas, no es solo una cuestión económica.
  • No se tiene en cuenta la destrucción del medio ambiente ni los residuos que se generan, que como somos incapaces de asumirlos los exportamos a países del tercer mundo convirtiéndolos en muladares. El planeta ya está enfermando y llegará un momento que será destruido totalmente. Nos resultará inservible e inhabitable.
  • Los medios de comunicación no son plurales sino que están al servicio del poder económico. Para muestra, el libro que comentamos.
  • Los políticos ya no representan nuestros intereses sino que con el mandato que les damos cada cuatro años se permiten servir al poder económico a costa nuestra. Y lo que es peor, se lo consentimos. Serían necesarios introducir formas directas de representación como refrendos vinculantes a nivel autonómico y local y democratizar las instituciones, los partidos políticos y los sindicatos.
Por lo tanto, la salida de la crisis pasa por reinventar nuestros intereses, saliendo del consumismo, y sustituyendo los valores actuales por la cooperación, el afecto, la justicia, el amor o el placer de sentirse satisfecho sin necesidad de destrozar nada.
El libro acaba con 115 propuestas concretas que están muy bien pero que son inasequibles para los ciudadanos. Echo de menos alguna propuesta factible para nosotros y la forma de llevarla a cabo, como por ejemplo una plataforma ciudadana, la forma de podernos poner en contacto los descontentos, como inscribir un partido político “apolítico”, qué medios hacen falta para poder constituirse en partido, acudir a las elecciones y apartar de una vez por todas a los políticos que tenemos, que más que un gobierno parece que tenemos una asociación de malhechores. Como han hecho los vecinos de Torrelodones con su Ayuntamiento, vamos.


sábado, 10 de noviembre de 2012

Farmacias, putas y políticos


Las farmacias valencianas no cobran de la Generalitat el importe de los medicamentos que suministran a los enfermos y cuyo coste o parte del mismo cubre la Seguridad Social. Los farmacéuticos han sido, tradicionalmente, titulares de negocios boyantes que jamás iban a la quiebra; tenían asegurada la venta de productos y el pago garantizado por un organismo oficial. Eso los farmacéuticos con farmacia. Los otros las pasaban negras porque los puestos de trabajo de farmacéutico son más bien escasos. Ahora las cosas han cambiado. Los farmacéuticos con farmacia tienen la obligación de dispensar medicamentos recetados por la Seguridad Social cobrando al usuario la parte correspondiente y esperando a que la otra parte se la pague la Generalitat. Pero ésta no paga y aunque quisieran ponerle un pleito que ganarían tampoco iban a cobrar porque la Generalitat es inembargable. Las consecuencias han sido que muchos profesionales que solicitaron préstamos hipotecarios sobre todo su patrimonio para poder pagar el precio que se pedía por una farmacia -lógicamente ya han bajado de precio- lo tienen en un “ay! Me lo embargan todo o no me lo embargan!”. Muchos han tenido que despedir personal. La Generalitat, al poco de nombrar a Alberto Fabra como President, les dio un calendario de pagos comprometiéndose a ir amortizando la deuda. Pero no ha cumplido. Ahora quiere volver a negociar después de gastarse en otra cosa el dinero que el Estado les dio para cubrir parte de la deuda. Los farmacéuticos han ido a la huelga: no dispensarán medicamentos hasta que no cobren. Hay farmacias que no pueden permitirse el lujo de tener medicamentos caros a disposición de los usuarios y que se niegan a traerlos si éste no paga el precio íntegro.
Lejos del caso de los farmacéuticos pero sin embargo muy cerca aunque ellos no lo sepan están las putas. La puta española era una especie en riesgo de extinción. Suelo visitar puticlubs por razones de trabajo y desde hace bastantes años, salvo las excepciones de drogadictas o prostitutas de lujo en las que ejercían españolas, lo normal era encontrarte putas de otras nacionalidades: muchas rumanas, varias negras y el resto de otras naciones. Pues bien, la puta española está resurgiendo y el número de ejemplares está aumentando. Hay mujeres que sobrepasan la cuarentena y que nunca se dedicaron a esto pero ahora confiesan que no encuentran trabajo, que no llegan a fin de mes, que no pueden pagar la hipoteca y se niegan a verse en la calle. “Con uno o dos fines de semana al mes que venga, nivelo mis ingresos”. Hay chicas jóvenes y guapas, que en su vida diurna son estudiantes universitarias y confiesan que también acuden uno o dos fines de semana al mes para redondear sus ingresos porque no han conseguido trabajo de cualquier otra cosa. “He buscado hasta de limpiadora o camarera, cualquier cosa y no encuentro nada, mis padres no pueden darme más dinero y yo quiero estudiar. No les quiero decir que con lo que me dan no puedo hacerlo. Les digo que trabajo en un bar y es cierto porque esto es un bar. Ahora bien, no saben exactamente lo que hago.”. En este blog no hace mucho que yo insistía en que la mujer que se dedica a la prostitución es porque quiere y hasta esta puñetera crisis era cierto. Ahora estrictamente también porque nadie las obliga pero ya hay un componente de necesidad: no encuentran un trabajo “honrado”.
Y lejos de lo que está pasando en la calle, envueltos en un estuche de cristal desde el que ven de lejos a sus conciudadanos pero no pueden mezclarse con ellos están los políticos. Su trabajo es honrado como el que más. Siguen cobrando sus sueldos y sus dietas, aceptando regalos y prebendas, sin caerles la cara de vergüenza cuando se meten en el bolsillo -o en la cuenta corriente- el dinero que pagamos en nuestros impuestos, y viajando a nuestra costa en primera clase, en justa contraprestación por habernos vendido y habernos dejado sin ingresos suficientes a nosotros que somos quienes les mantenemos. ¿De verdad creen que su trabajo es honrado? ¿Dormirán tranquilos en sus camas cuando con sus actuaciones erráticas e irresponsables han empujado a mucha gente a la bancarrota o/y a la prostitución? ¿No tenían que haber pospuesto el cobro de sus magníficos haberes hasta que no hubieran pagado las medicinas o se hubieran instaurado viviendas sociales o subsidios mínimos? No hablo ya de los que están siendo imputados por escándalos financieros o malversaciones sino de los que se suponen “honrados”. ¿De verdad creen que son más honrados que nuestras putas?
Cada vez entiendo menos lo que pasa. No es cierto. Entiendo perfectamente lo que está pasando: se ha perdido el sentido del deber y del servicio público. Un político ha sido elegido por su capacidad para servir a los demás y defender a los desprotegidos. Hemos prostituido también la institución: ahora detentan el poder y nos obligan a nosotros, a los que tenían que servir, a pasar penurias mientras ellos se ocupan de mantener a toda costa sus prebendas. Ojalá hubiera una medicina de la que venden los farmacéuticos que nos vacunara contra el canto de sirenas que nos hacen oír en campaña electoral y no fuéramos nadie a votar mientras en las listas hubiera un solo imputado o no pudiéramos marcar la casilla de la persona exacta que queremos que nos represente en el parlamento.
No existe esa medicina y no nos queda otra que rebelarnos de una manera drástica contra esta tiranía política. La mejor manera que encuentro es exigir nuevas elecciones y que no asista nadie a votar. Esa sería nuestra manera de demostrar que no estamos conformes con sus trapicheos y su actitud. A ver cómo explican en Europa que el 90% de los españoles no han elegido a ningún político. Sería la deslegitimación del sistema político que tenemos y tendrían que cambiar las cosas. Por nosotros. Por nuestras nuevas putas.

sábado, 14 de julio de 2012

No te puedo dejar el dinero

Para Javier, que me dio la idea.

Se me ha roto el coche y, si quiero seguir trabajando, he de reponerlo. Mi empresa me exige que tenga coche y que lo ponga a su disposición. A cambio me pagan el kilometraje a precios de hace más de quince años. Pero no me quejo. Tengo trabajo. Tengo un buen trabajo y, aunque no gano mucho dinero, puedo permitirme el lujo de confiar en que, cada mes, lo que gano será ingresado en mi cuenta y yo podré disponer de dicha cuantía como mejor crea conveniente.
Así que he bajado al banco de debajo de mi casa, por donde cobro mi sueldo, a hablar con el director para ver cuánto me pueden dejar y en qué condiciones. Ya digo que el coche no lo quiero para ir los fines de semana a la playa sino para poder seguir manteniendo a mi familia. Sin él, mi trabajo se haría imposible.
Me han hecho esperar unos minutos. El director atendía a otro señor que supongo necesitaría también que el banco le prestase dinero. Para eso están ¿no?
Cuando he entrado en su despacho, me ha sonreído y con la mano me ha indicado que me sentara.
-         Buenos días ¿En qué puedo servirte, Ramón?
-         Pues verás. Sabes en qué trabajo porque cobro la nómina por este banco y se me ha roto el coche. Necesito un préstamo para comprar otro. Poca cosa. Unos 10000 €. El resto lo tengo ahorrado y podré pagar parte.
-         Bueno, estamos atravesando una época crítica. Ya sabes que no corren buenos tiempos para los bancos y, en fin, 10000 € son muchos. No sé yo si… en tus condiciones… el banco podrá darte… No sé qué decirte, Ramón.
-         Pero, Rosendo, tú sabes que he sido un buen cliente. Nunca he dejado de pagar nada. Nunca he devuelto un recibo. Nunca me he quedado en números rojos. Vosotros me hicisteis la hipoteca del piso y ya he acabado de pagarla. Me falta la escritura de cancelación de hipoteca y eso podría alertar a otro banco pero a vosotros no porque sabéis que ya está pagada.
-         No, Ramón, no es por eso. Ya sé que tú eres un buen cliente. De lo mejorcito que tenemos por aquí. Pero, claro… las garantías que ofreces… no creo que sean suficientes.
-         Rosendo, estoy trabajando, tengo contrato indefinido. No me va a faltar el sueldo. Sabes que eso es sagrado.
-         Pues ahí está el asunto, Ramón. Es cierto que tu sueldo era seguro pero ya no lo es.
-         ¿Cómo que no? ¿Cómo que mi sueldo no es seguro? Rosendo, ¡que soy funcionario!
-         Pues ahí quería yo llegar. Antes sí era una garantía pero ahora ya no lo es. Desde que Zapatero, después de aprobar unos Presupuestos Generales del Estado, aprobados por Ley, y fijar en ellos vuestro sueldo, después de consultar a los sindicatos para consensuar las condiciones de trabajo tal y como dice la Constitución, os bajó de media un 5% y los tribunales lo encontraron bien, no es que os quitó ese 5%. Es que os dio en la línea de flotación. Rajoy, encontrando el camino hollado, ha seguido por el mismo y ya ves, la paga extraordinaria de Navidad os vuela. ¿Quién nos dice que, cuando ya no les quede dinero o lo quieran para otra cosa, a mitad del año que viene os suspende el sueldo de un mes sí y otro no? A lo mejor os lo devuelven pero ¿cuándo? ¿Vamos a esperar nosotros a cobrar cuando el ejecutivo quiera? Los bancos no actuamos así.
-         Entonces, Rosendo, si mi posición de funcionario ya no es segura ¿quién puede ahora conseguir un préstamo de un banco? Lo digo por ver si puedo cumplir los requisitos.
-         Hombre, Ramón. No sé qué decirte. No es cuestión de ser solvente. Eso era antes. Ahora se exigen otras cosas.
-         Rosendo, háblame claro, porque quiero saber a qué atenerme.
-         Vamos a ver, Ramón ¿tú tienes dinero negro?
-         ¿Yo? ¿De dónde? ¿De dónde quieres que tenga dinero negro? No soy un mafioso…
-         Hombre, es que las cosas han cambiado. Fíjate, si tú me enseñaras el papel de haber regularizado una buena cantidad de dinero negro (el papel de Hacienda me refiero, ese que pagas un 10% y te lo blanquean legalmente), yo no tendría problema en darte lo que me pides porque te lo voy a explicar y lo entenderás enseguida. Ese dinero provendría de alguna actividad delictiva o, al menos, ilegal. Esa actividad, al ser muy rentable, no vas a dejarla. Y, como no puedes consignarla en la Declaración anual del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas, no pagas el tipo impositivo que te toca. Solo un 10%, lo que es un tipo muy bajo, y significa que tienes más dinero libre pero, claro, hay más y es que además te aseguras la impunidad de que no vas a ser perseguido (puedes ser un asesino a sueldo, puedes ser un proxeneta, un traficante de drogas, lo que sea) y, con ello, la posibilidad de seguir ganando más.
-         Rosendo ¡déjate de coñas, tío!
-         No es broma, Ramón. No es broma. Tu sueldo, tu empleo ya no es seguro. En cualquier momento pueden dejar de pagarte y no pasará nada. Es mucho más probable que tú te quedes sin empleo (se rumorea que los funcionarios también podrán ser despedidos) que se acabe la actividad que genera dinero negro. Eso está claro. ¿Se ha podido erradicar la prostitución y el proxenetismo? ¿El tráfico o el consumo de drogas? No, con eso no se podrá acabar nunca. Y ahora el gobierno les pone una tasa de solo un 10% para blanquear ese dinero. Mucho menos que a ti. Dime pues ¿quién es más solvente?
-         Rosendo ¿me vas a dar el préstamo o no?
-         Ramón, compréndeme. He de ir sobre seguro. Ya sabes que los directivos de este banco ganan una barbaridad aunque el banco vaya mal pero yo soy un pobre director de sucursal con un sueldo más bien exiguo y que he de mantenerme con él. He de hacer lo que me digan. Por cierto ¿quieres unos activos bancarios superseguros, que puedes vender cuando quieras y que,  en un tiempo, te harán ganar barbaridades? En los años 90 generaron un 100% de plusvalía.
-         Vete a la mierda, Rosendo.
-         No sé por qué te pones así, Ramón. Yo no te he insultado.
Me he levantado y, sin comprender del todo lo que estaba pasando en España, me he ido a mi casa, donde no he sabido explicarle a mi mujer que no había podido obtener el préstamo para el coche que necesito para poder seguir trabajando y mantener a mi familia.

martes, 1 de mayo de 2012

ESPAÑA VA LISTA


Ya me esperaba una reacción del Partido Popular como la que está teniendo. Me imaginé que la crisis la pagaríamos nosotros, los españoles de a pie. Pero, la verdad, no creí que fueran tan lejos ni tan descaradamente.
Me enfurecían los socialistas con su falta de actividad, esa dolce far niente que les llevó a negar la crisis durante largo tiempo para no tener que tomar ninguna medida.
Era preciso tomar medidas, sigue siendo preciso tomarlas porque, desde luego, las que está tomando el PP lo único que van a conseguir es dividir otra vez a España en dos partes: los ricos y los pobres. Los que tienen todos los derechos y los que no tienen ninguno. Porque de forma chulesca y desafiante nos van a ir despojando de todos y cada uno de nuestros derechos. Y no crean Vds. que los que aun tenemos un salario fijo y un empleo estable vamos a quedarnos fuera de la masacre, todos sin excepción engrosaremos las filas de los desharrapados y nuestro único derecho será servir al gran capital.
Lean el Manifiesto Comunista de Marx y Engels (se lo pueden bajar gratis de Amazon) y cambien “Burguesía” por “Grandes capitalistas” y “sistema productivo capitalista” por “globalización” y verán que el análisis socio económico que allí hicieron estos dos filósofos sigue vigente en todos sus puntos.
Pero no pongan sus esperanzas en otro partido político. No existe ninguno que luche por nuestros intereses. Nos lo dicen pero no es cierto, todos reman para adentro de su casa. ¿Dónde estaban los partidos de izquierdas cuando se aprobaron las normas para que en 7 años (la quinta parte del tiempo exigido para los demás) tuvieran una pensión que viene a ser el doble que la máxima en la Seguridad Social? ¿Cuándo nos informó nadie de que se estaban aprobando prebendas injustas por agravio comparativo con el resto de la población? Que yo recuerde, nadie tuvo la ética de decirnos: “Vamos a hacer esto ¿estáis conformes?”.
Las medidas que toma nuestro gobierno en connivencia con los grandes capitales y con la aquiescencia de Merkel, que ha usurpado las funciones del Presidente de la Unión Europea y de su Consejo, por si solas no van a traer más que un agravamiento de la depresión económica para un país como el nuestro al que le falta industrialización. Nuestros capitales gustan de la especulación no de la producción y por tanto quieren ganar en unos días lo que se tendría que ganar en años.
Solo he visto medidas de recorte de derechos para nosotros y ninguna otra medida que aliente la exportación o la investigación y desarrollo de una industria de bienes de capital, que limite beneficios empresariales, que remedie la duplicidad de administraciones y suprima los cargos y asesores inútiles cubiertos por medios nepotistas. Parches de ningún calado que a corto plazo nos empobrecen más (siempre a los mismos) y que a largo plazo no han de tener ningún resultado positivo.
Para encajarnos estas “reformas” nos mienten como si fuéramos subnormales y demuestran, cada vez que salen a la palestra, una prepotencia digna del peor dictador. Franco a su lado, una monjita de la caridad. Lean el magnífico artículo de Juan José Millás:


Toda esta preocupación en convertirnos únicamente en elementos de producción de sus beneficios, unida a la impresión de impunidad que se percibe para algunas conductas (ya se ha inventado un nuevo verbo: urdangarinear: dícese de aquel que comete estafa y engaño amparándose en la protección de una personalidad relevante), a la corrupción que parece generalizada en todos los ámbitos y a la descomposición de las instituciones, crea en el ciudadano una sensación de malestar, de pertenecer a un país de sainete que nunca será nada en este mundo más que el destino del turismo pobretón y maleducado de la Europa rica.
Impotencia es lo que tengo de ver que la gente de mi país seguirá votando a uno de estos partidos que, engañándonos con sus palabras, cada vez nos aprietan más los tornillos y simultáneamente se los aflojan para ellos.
El cariz que toma la política es sombrío. Y nuestro destino incierto.

lunes, 16 de enero de 2012

LA FIESTA DE SAN NAPOLEÓN


                               
Hace poco más de dos siglos, Napoleón, recién encaramado a su Imperio, concibió la idea de celebrar su onomástica. Importaba poco, a esos efectos, que el sedicente santo de su nombre hubiera realmente existido. En la cumbre de su poder, con la Iglesia poco menos que sojuzgada, la voluntad imperial logró con cierta facilidad su objetivo y, pese a las reticencias (o la minoritaria oposición) de la jerarquía eclesiástica, logró colocar en el calendario cristiano al santo de su nombre, eligiendo para celebrarlo una fecha significativa: el 15 de Agosto.
Los historiadores califican este episodio anecdótico como uno de los más ridículos de la tormentosa relación del emperador con la Iglesia. Como no es más que el punto de partida de esta reflexión, no me detendré demasiado en él. Tan sólo subrayo algunas características que van a servir de punto de comparación. La primera es que toda la audacia y el poder del tirano imperial no llegaba sino a adaptar el calendario cristiano a sus fines, lo que en cierto modo implicaba reconocer la preeminencia de éste. La segunda es que testimonia el fuerte arraigo tradicional de la fiesta de la Asunción, que la hacía idónea para asegurar su celebración generalizada.
Esto tiene poco que ver con la calidad religiosa (menos aún cristiana) de la fiesta en sí. Su arraigo seguramente (no lo he investigado, pero puede inferirse) obedece a razones paganas más que específicamente cristianas. Sin salir del ámbito de las festividades marianas nunca he entendido que se celebren tanto las más dudosas, como la Asunción o la Inmaculada, y pasen desapercibidas fiestas como la Anunciación (o la Encarnación) de mucho mayor significado.   
Pero no es una cuestión teológica o religiosa la que aquí planteo, sino histórica. El episodio que traigo a colación tiene que ver con una noticia recién leída. En el seno de las negociaciones entre patronal y sindicatos, parece que uno de los escasos acuerdos a que se ha llegado es la del traslado al lunes más próximo de algunas festividades, entre ellas la de la Asunción. Bueno, esto último es una traducción, pues las partes, obviamente, sólo hablan del 15 de Agosto. Las manifestaciones previas del señor Rajoy no dejan lugar a dudas de que el gobierno aceptará, si es que no patrocina, dicho acuerdo.
Tampoco voy a abordar aquí la valoración de estas medidas arbitristas, que sólo dudosamente van a afectar a la situación económica. No es esto lo que me interesa. No, lo que me interesa es señalar las diferencias que este caso presenta con el arriba referido y el diagnóstico que permite hacer, a partir de él, de la situación histórica actual de la Iglesia. La tiránica decisión de Napoleón, que sólo llegaba a asociar a una celebración tradicional de la Iglesia (que respetaba) la de un santo más o menos inventado, se ha convertido, al cabo de dos siglos, en el traslado de la festividad por obra de un gobierno perfectamente democrático y el consenso de los así llamados agentes sociales.
Naturalmente, esto no tendría mayor importancia si la Iglesia (su jerarquía) mantuviera la festividad en su fecha tradicional, independientemente de lo que el poder civil decida, pero ¿alguien puede creer que lo hará? Yo, desde luego, no lo creo, y se puede predecir con suficiente seguridad que la Iglesia, dócilmente,  trasladará su festividad religiosa al día que el poder civil le señale como más conveniente. Y, a diferencia de lo que ocurrió hace dos siglos, sin que la amenaza de un ejército ni la tiranía de un emperador jueguen papel alguno.
El asunto sería trivial si no fuera significativo del camino emprendido por la Iglesia hace tiempo, y más concretamente desde esa consigna de aggiornamento que se proclamó hace medio siglo, y que en la práctica ha consistido en uncirla al carro del Estado. Desde entonces, el doble juego de nuestra jerarquía ha sido, por un lado, adaptarse (hablando en plata, someterse) a los caprichos del Estado en algunos puntos, y por otro tratar (en vano, casi siempre) de influir positiva o negativamente en la legislación de éste. Esto último explica  la opción por el enfrentamiento con el Estado con motivo de leyes que la Iglesia juzga (no sin razón) como contrarias a sus principios (la del aborto es un ejemplo paradigmático), en vez de contraerse a instruir a sus fieles sobre los males de lo que esas leyes permiten. La indudable legitimidad de ese enfrentamiento casa mal, sin embargo, con la docilidad con que se somete en otras cuestiones.
Es una tentación tan antigua como la Historia de la Iglesia la de que ésta trate de influir en el poder más que de preocuparse por sus fieles, pero con su lentitud característica, la Iglesia (sus cabezas pensantes, en el caso de que las haya) no se ha percatado de la evolución de las sociedades. En la Edad Media, incluso en plena Reforma, podía sostenerse ese principio de cuius regio, eius religio, esto es, que la religión practicada por los súbditos dependía de las de sus gobernantes. Esto, unido a la sólida fe de las masas, permitió a la Iglesia obviar a éstas durante siglos. Hoy, descuidar a sus fieles y preocuparse por influir en los gobernantes de Estados crecientemente descristianizados es un monumental error en el que, por desgracia, se insiste.
Pero además, la Iglesia Católica, al pretender asociarse tan estrechamente al mundo moderno, no ha tenido en cuenta que éste, desde el Siglo XVIII, más o menos, ha perdido el sentido de la tradición, y que la pérdida de la tradición amenaza a su propia identidad (la de la Iglesia). Este es un punto que exigiría mayor desarrollo, pero que sólo esbozo, en aras de la brevedad: la tradición no es racional, es trivial en apariencia (importa poco que la Asunción se celebre el día 15 de Agosto o el lunes siguiente), pero es consustancial a la Iglesia y a su motor fundamental (la fe), y, desde el punto de vista práctico, su pérdida no hace sino dejar a la arbitrariedad del gobierno de turno la decisión sobre cualquier aspecto de la vida de los gobernados, incluido el religioso. En el caso concreto que comento, deja en manos de un gobierno laico determinar, en función de sus propios intereses, cuándo se celebra una fiesta religiosa.  
Decía Juan Manuel de Prada, comentando este asunto, que si esto lo hubiera proyectado Zapatero habríamos dicho que pretendía descristianizar España. Pero, en realidad, no hace falta: España lo está suficientemente. Peor aún, en el fondo, somos los propios católicos, y no nuestras jerarquías o gobernantes, los que hemos devaluado u olvidado el significado religioso de las fiestas, que para algunos (y cada vez menos) se reduce a la mera obligación de oír misa. Dicho de otro modo, somos los propios cristianos los que hemos abandonado nuestra fe, al menos en algunas de sus manifestaciones externas. Así, no podemos quejarnos demasiado de estar ahora al albur del poder político y sus necesidades o apariencias. Como no podremos quejarnos el día (que llegará) que, como decía con gracia Antonio Burgos, el Jueves Santo se celebre también en lunes.