viernes, 1 de abril de 2011

El derecho a disentir


Recibo en mi correo electrónico un extenso comentario de una persona que prefiere guardar su anonimato. El sistema no le dejó ponerlo en el lugar de los comentarios por su extensión, por eso me lo hizo llegar a mí. Pues bien, como dice cosas interesantes y parece que bien fundamentadas, después de pedirle la venia, lo pongo en esta entrada, no sin antes decir que la percepción que tenemos los ciudadanos de a pie -no todos pero muchos- es la que yo expongo por lo que, al menos, tenemos un problema de comunicación ya que nuestro Gobierno no ha sabido explicar y probar -ser al menos convincente- que todas estas medidas que se indican están siendo llevadas a cabo. Vds. mismos:

Demasiados temas se tocan en una sola entrada, y aunque pienso centrarme en el caso libio, dos apuntes que no puedo evitar hacer. Aunque las ardillas no puedan ir de punta a punta de España ahora mismo, nuestro país suma la mitad de superficie protegida de toda la Unión Europea, algo es algo. Por otro lado, y respecto a la Guardia Civil, es la que ejerce las funciones de policía militar en las misiones exteriores, he ahí el por qué de su marcha; aparte de las misiones de entrenamiento de fuerzas de seguridad, pues son uno de los cuerpos más reconocidos en esa materia.

Pero yendo al tema libio hay diversos comentarios que me gustaría hacer. En primer lugar, para Europa sería mucho más cómodo dejar ganar a Gadafi. Ahora ya no era el niño malo del Mediterráneo, y con él teníamos suficiente gas y petróleo. Al ritmo que iba su masacre particular, para la semana pasada ya habría controlado de nuevo a la mitad de su población (en el entendido de que la otra mitad estaría muerta), y el petróleo y el gas fluirían de nuevo como antes de la revuelta, y los precios volverían a bajar. Y para Estados Unidos ya ni te cuento, más que nada porque no importan ningún hidrocarburo de Libia, por lo que no hay interés económico, y además la población norteamericana está más que cansada de mandar tropas al extranjero a países que, a ellos sí, les importan un bledo. Por lo tanto, vamos a dejar a un lado las motivaciones petrolíferas, porque aquí no cuadran.
Respecto a las cuentas suizas, gibraltareñas, etc., ésa es precisamente la primera medida que se toma con todo el mundo, con todos los déspotas asesinos contra los que se actúa. Se está haciendo en Irán, se hizo en Yugoslavia, en Ruanda, en Congo, se hace en Costa de Marfil... Así que no digamos que sólo se le hace a Gadafi cuando evidentemente no es cierto. Pero bueno, he puntualizado, he dicho "contra los que se actúa", porque es cierto que no se actúa contra todos. También es cierto que aunque hay muchos malos, no todos son igual de malos. Para analizar correctamente estas diferencias, deberíamos entrar en un debate demasiado profundo para abordar ahora. Baste con señalar que existe una diferencia entre derechos humanos y derechos civiles, aunque en Europa estamos ya tan acostumbrados a tener ambos que ni la notamos. Desde un punto de vista internacional, se acepta hoy en día una intervención por los derechos humanos, no una por los derechos civiles. Si usted no puede votar, es un problema de derechos civiles. Si le asesino por pensar distinto a mí, es de derechos humanos. Como digo, distinguir cada supuesto es arduo, pero superficialmente podemos decir que no es lo mismo una autocracia que somete al pueblo a unas normas más o menos arbitrarias pero ciertas (sea consolidada como Arabia Saudí o en consolidación como Venezuela), que una tiranía del terror. Efectivamente si tuviéramos que implantar la democracia verdadera en cada país del mundo, no acabaríamos nunca, quizá porque tendríamos que empezar por implantarla en la propia Europa partitocrática. Pero sí podemos mandar un mensaje muy claro a quienes cruzan una línea roja, que por suerte no son tantos: no vamos a volver a permitir masacres.
Y eso es lo que ha sucedido en Libia. No estamos hablando de una respuesta violenta a una insurrección. Eso sucedió en Túnez, en Egipto, y está sucediendo en Siria. Gente que protesta, un régimen que reprime. Ya les juzgará su pueblo. La diferencia en Libia es que la represión no pretendía aplacar las protestas, pretendía castigar a todo el pueblo. Si yo me alzo, sé que me arriesgo a que me pegues un tiro, pero lo que escapa a toda lógica es que le pegues un tiro a mi vecino porque yo me he alzado en contra tuya. Y es lo que hacía Gadafi. Hasta las leyes de la guerra prohiben ese comportamiento en pleno conflicto bélico, cómo no va a perseguirse en tiempos de paz. Porque cuando Gadafi empezó a bombardear, lo de Libia aún no era una guerra civil, era solamente un alzamiento parcial, como el de Túnez o Egipto.
Esa diferencia es la que convierte la de Libia en una intervención humanitaria, como lo fue Kosovo, como lo fue Bosnia. Si no hubo una intervención más clara en Ruanda, en Sudán o en Congo, dirijamos bien las culpas, porque no fueron las potencias occidentales las que vetaron una acción más clara de la comunidad internacional allí. Fueron los chinos, o los rusos, o ambos. La resolución 1973 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas es profundamente distinta de la 1441 que utilizó Estados Unidos para atacar Irak. La primera diferencia es la verdadera naturaleza humanitaria. La segunda, una autorización expresa de las Naciones Unidas para impedir que Gadafi siga asesinando a civiles inocentes por el solo placer de verles morir y de aterrorizar al resto. Basta ya de Nerones. En lugar de ver conspiraciones estadounidenses en todas partes deberíamos alegrarnos de que por fin las Naciones Unidas hayan sido capaces de decidir aunque sólo sea una vez que no van a ver cómo otro tirano mata a gente y no hacer nada para evitarlo.
Y si luego resulta que son integristas islámicos, pues que lo sean. Sinceramente creo que de vez en cuando hemos de ser realmente capaces de diferenciar partes. Les toca a los servicios de inteligencia de los Estados y a sus Ministerios de Exteriores asegurarse de que cuando caiga Gadafi se instaura una democracia de verdad, un buen Estado de Derecho. Pero para llegar a ese debate primero tenemos que proteger a los que están siendo asesinados. No voy a ser yo tan cínico de verles morir y no inquietarme porque quien muere resulta ser un integrista. Por encima de todo, es una persona. Una cosa es que un "siervo de Al-Qaeda" muera en un enfrentamiento con nosotros mientras trata de atacarnos y nosotros de protegernos. Otra cosa es que veamos morir a gente y no hagamos nada porque presuntamente podrían pertenecer a Al-Qaeda y quizás, tal vez y a lo mejor nos atacarían si les dejáramos vivir. Demasiado condicional cuando lo que hay en juego es una vida humana.
Y en todo caso, creo que todos preferiríamos vivir bajo una autocracia como la saudita, a morir bajo las bombas gadafistas. Al menos, cuando estás en la cárcel te queda la esperanza de ser libre...

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