domingo, 4 de julio de 2010

De la homosexualidad y la Iglesia

Como Vds. ya habrán barruntado a la vista de mis escritos, soy católico y a mucha honra. Ello quiere decir que trato de seguir las enseñanzas de un señor que nació hace más de dos mil años y, con su doctrina oral y con su vida, revolucionó el mundo. Que ese señor sea considerado como Dios encarnado ya es cosa de cada cual. Unos se lo creen y otros no.
Pero no es de mis preferencias religiosas de lo que quería hablarles sino de la pretensión de imponernos lo que debemos pensar por parte de algunas personas, grupos o miembros de la iglesia, alegando y creyendo ellos mismos que están en posesión de la verdad.
Para hacernos ese lavado de cerebro y doblegarnos a sus, a veces, sesgados puntos de vista, unos apelan a la Biblia y ésos suelen ser los que menos la han leído y nada la han estudiado desde un punto de vista histórico serio. Otros apelan al magisterio de la Iglesia, que es infalible. Y es curioso que la Biblia que, para judíos y católicos, contiene la palabra de Dios, es interpretable, pero, ¡oh sorpresa! no lo es la del Papa cuando habla en materia de fe y buenas costumbres. Es decir, el Papa (él solo) tiene más autoridad que el propio Dios. 
Otros (demasiados diría yo) confunden su propia opinión con la de la Iglesia cuando ésta, a veces, ni se ha pronunciado sobre el tema. Dogmas hay muy pocos y doctrina de la iglesia no es la opinión de un cura ni de un obispo. Pueden tener sus propias ideas como cualquier hijo de vecino pero, en ningún caso, tienen una opinión más cualificada, por el hecho de haber sido ordenados, que los seglares o laicos.
Y muchos también sacralizan a ciertas personas, aunque sean santos, y todo lo que han hecho o dicho pasa a ser intocable. ¿Pues no eran, por ejemplo, San Agustín y San Ignacio de Loyola grandes pecadores antes de convertirse? Me imagino que todo lo que hicieron no sería del agrado de Dios y eso lo entiende todo el mundo. Sin embargo, no puedes decir que Camino, el libro de proverbios, máximas, ideas y alguna tontería, que escribió San Josémaría (como él quería) Escrivá de Balaguer, porque entonces ya te acusan de ir contra TODA la Iglesia. Pues bien, señores, Camino ha sido adaptado a través de los tiempos y así y todo es machista hasta el extremo (vean, si no, los puntos 4, 22, 46, 50, 51 y, sobre todo, el 946); en la edición de 1950, el punto 115 decía “Minutos de silencio: Quédese esto para ateos, masones y protestantes, que tienen el corazón seco. Los católicos, hijos de Dios, hablamos con el Padre Nuestro que está en los cielos”. En la edición actual se ha suprimido la frase “ateos, masones y protestantes, que”. Bienvenida sea la modificación.
Todo esto no se lo cuento porque sí sino porque me uní a un grupo de Facebook que se llama “Yo tengo un amigo sacerdote que es genial aunque los medios digan que no” para ver qué era aquello. Y me encontré, en el apartado de los foros, con debates como “¿Qué es la pedofilia?” o “¿Con la Iglesia hemos topado? y allí hallé planteamientos de una intolerancia enorme respecto de los homosexuales y sus derechos. Se me ocurrió escribir unas notas y el Administrador, haciendo gala de su respeto por la libertad de expresión, me las suprimió. Y me dice que espera que lo comprenda porque iban en contra de la doctrina de la Iglesia. Yo solo decía que reivindicaba el derecho de los homosexuales a tener los mismos derechos que yo incluido el de salir del armario y tener una pareja y que no me gustaba nada el libro Camino aunque todos los opuseros que conocía me parecían buenas personas. Como es lógico he contestado y le he dicho que todos formamos la Iglesia y que todos tenemos derecho a opinar sobre las cosas de la Iglesia, y que ya son muchas las voces internas de esta Iglesia (que somos todos los bautizados), que piden que cambie su doctrina en muchos campos, entre ellos más democracia en la elección de los líderes, un cambio de timón respecto a las relaciones sexuales incluyendo la homosexualidad, la aceptación de los medios anticonceptivos, y, sobre todo, menos formas y más fondo. Entre esas voces, las hay muy cualificadas como el Cardenal Martini que pide mucho de lo que he citado y, además no le parece mal, que el celibato sea opcional y que se ordenen mujeres.
Perdónenme los católicos de buena fe que puedan leer mis opiniones y escandalizarse, que no son más que eso, reflexiones personales de alquien que quiere ser buena persona pero también que le dejen pensar libremente, pero la Iglesia de hoy, como institución, poco conserva de las enseñanzas y la vida de aquél que ha de ser su referencia: Jesús de Nazaret.
Y eso no quita para que reconozca que, en esa Iglesia, existen muchas personas santas que dedican su vida a los demás y a hacer el bien, con una entrega encomiable y entre ellas muchos sacerdotes, algunos de ellos homosexuales.
Y como colofón, aprovechando que hace muy poco se ha celebrado el Día del Orgullo Gay, (fiesta que quizá no se celebraría si los gays no hubieran sido, no solo discriminados, sino agredidos y perseguidos secularmente), quiero dirigirme a este colectivo y animarles a seguir conquistando derechos en aquellos lugares donde aun sean “diferentes”. Y a los gays católicos les diría que sigan adelante, que Dios les hizo así y él sabrá por qué, que tienen todo el derecho a ser personas felices y practicar la religión porque, en ningún sitio se puede fundamentar un trato diferente.

5 comentarios:

  1. Esta bien pero un poco agresivo y falta un acoma. Como en los Os

    ResponderEliminar
  2. Quizá sí, un poco agresivo. La coma no sé dónde falta.

    ResponderEliminar
  3. Yo no veo la agresividad por ningún lado, sí veo sentido común, sentido crítico y humanidad.

    ResponderEliminar
  4. Vale, pues gracias. Pero sí es cierto que está escrito con mi natural vehemencia que procuro frenar y no lo consigo.

    ResponderEliminar
  5. La Biblia es un libro sellado y no puede ser de otra manera, pues nuestra razón es muy inferior a la 'razón' de Dios y, por tanto, no podemos aprehender las cosas tal y como son en el mundo extra-humano. De ahí que esté llena de símiles, metáforas, parábolas.......con las cuales se trata de 'comprimir' la grandiosidad de la realidad divina hasta poder inscribirla en nuestra mente, al menos en forma de indicio.

    Por ello existen la exégesis y la hermeneútica; por la primera se explican las situaciones contextuadas y por la segunda su significado.

    Tomemos el ejemplo del episodio de la samaritana.

    Conviene explicar que Samaria era una nación limítrofe con Judea , que los samaritanos eran enemigos de los judios (exégesis) y aclarar el sentido de la parábola como invitación para amar a los enemigos (hermenéutica.

    Y eso no es interpretar, es explicar. ¿ Y quién puede explicar?...pues evidentemente los estudiosos y, sobre todo, aquellos a quienes se dice: bienaventurado seas porque eso no te lo ha dicho ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el Cielo, y entre ellos el mas autorizado es Pedro que ha recibido el poder de 'atar y desatar' y de discernir inspirado por el Espíritu ,siendo el poderdante nada menos que Jesucristo-Dios. Y el Papa es Pedro

    ResponderEliminar